Era un partido que prometía influir de manera decisiva en el futuro de ambos equipos. Tigre, que venía de sufrir dos caídas consecutivas, tenía todo dado para reencontrarse con la victoria y sellar su pase a la fase final del Apertura —incluso con un empate le alcanzaba—. Del otro lado, Belgrano llegaba con la obligación de ganar para seguir con vida en el torneo. Sin embargo, el encuentro terminó en un empate sin goles que dejó a los cordobeses con un sabor amargo y al borde de la eliminación.
En ese contexto, la presión era mayor para Belgrano, aunque en el campo de juego no se notó. El equipo de Ricardo Zielinski le cedió el control a Tigre y se sintió más cómodo apostando al juego directo: con el Matador adelantado, presionó alto y logró que sus delanteros, Jara y Fernández, tuvieran varios mano a mano ante la defensa rival, aunque siempre les faltó la precisión final para romper el cero. En síntesis, ambos equipos carecieron de claridad y los arqueros apenas fueron exigidos.
En el complemento, se presentaron dos oportunidades que pudieron haber cambiado el resultado. Primero, Ignacio Russo forzó un penal que él mismo ejecutó, pero su remate débil terminó en las manos del arquero Vicentini. Más tarde, Jara sufrió una infracción dentro del área y el árbitro volvió a sancionar penal, aunque, tras la revisión del VAR, la jugada fue anulada por una mano previa del delantero.
